Entrevista a Juan David Hernández-Leal, Estudiante del Doctorado en Economía en la Universidad de California, San Diego.

Tomé un camino más o menos largo para entrar a mi doctorado. El último año de mi pregrado hice mi pasantía universitaria en el Banco de la República (el banco central de Colombia). Luego de eso hice mi maestría en economía a medio tiempo mientras trabajaba remotamente en una empresa de consultoría y era asistente de investigación en la universidad. Después de eso, hice dos “pre-docs”, uno en Chicago y otro en Zürich. Entonces, casi toda mi experiencia laboral ha sido en investigación.

Para mí fue una decisión difícil de tomar. De hecho, cuando terminé mi pasantía de investigación en el Banco de la República, estaba convencido de que no quería hacer un doctorado, pues me parecía una inversión de tiempo con un costo de oportunidad muy alto. Como no sabía qué quería hacer, opté por seguir con mi maestría en la Javeriana, la cual era más conveniente de completar porque me homologaban materias de pregrado. Durante ese tiempo, trabajé en análisis de datos para una empresa de consultoría y fui asistente de investigación, y poco a poco me fui dando cuenta de que me gustaba la investigación que hacían mis profesoras, y que también se pueden impulsar cambios en las problemáticas sociales que nos interesan desde la academia, o desde posiciones a las que alguien con un doctorado en economía puede aspirar.

Recuerdo una conferencia que hubo en mi universidad y a la que asistieron varios profesores e investigadores de universidades en el exterior. Para la cena de la conferencia, llevaron a los participantes (y a algunos estudiantes que nos colamos en el bus) al Museo Nacional. Me senté al lado de un profesor del que había sido asistente de investigación durante el pregrado y le manifesté mis dudas respecto a hacer el doctorado. Durante nuestra conversación, él me dijo algo como “si quieres hacer un cambio real, deberías ser voluntario en una fundación que construya casas” y eso me ayudó a entender que si bien en la academia no hacemos algo que tenga un impacto directo y visible, también podemos aportar a discusiones relevantes. Entonces, dejé de pensar en “debo hacer algo que tenga un impacto” y más en “debo hacer algo que me parezca interesante y me guste”. Eso me liberó de cierta manera y me hizo estar más convencido de querer hacer el doctorado.

Tienes que desarrollar habilidades técnicas, especialmente en matemáticas, estadística e intuición, y complementarlas con habilidades emprendedoras y creativas. Las primeras te ayudan a hacer trabajos rigurosos y generar evidencia robusta y convincente, mientras que las segundas te ayudan a identificar qué cosas todavía no sabemos como académicos, y también a encontrar una intersección entre problemas y preguntas que contribuyen tanto al avance de la economía como ciencia, como a la solución de problemáticas sociales, que les importan a los actores reales que estudiamos en los modelos económicos: individuos, empresas, gobierno.

Me interesan temas de economía laboral en términos generales. Quisiera contribuir a nuestro entendimiento sobre los factores que afectan el desempeño de las personas en los mercados laborales. Por ejemplo, ¿qué factores afectan la productividad de los empleados? ¿Cuál es la importancia relativa de factores comportamentales, sociales y espaciales? Por ejemplo, mi trabajo de grado de la maestría trataba de entender los efectos de un subsidio al transporte público sobre la participación en el mercado laboral. Recientemente, me he interesado en temas relacionados con estereotipos e identidad, y estoy trabajando en proyectos que tratan de responder preguntas como: ¿Los conflictos entre distintos grupos afectan la formación y el tamaño de las aglomeraciones urbanas? ¿Cuál es el nivel óptimo de uso/restricción de redes sociales en el trabajo? ¿Qué tan importante es la identidad de grupo étnico en la segregación ocupacional en Tanzania? ¿Cuáles son los efectos de estereotipos sobre el prestigio de ciertas carreras en las decisiones de educación superior de los jóvenes en Colombia?

Hay muchas dificultades asociadas con realizar un doctorado, y no es coincidencia que la incidencia de ansiedad y depresión en estudiantes de doctorado sea más alta que en el promedio de la población. También hemos sufrido la pérdida de grandes académicos que se han suicidado. En mi experiencia, ha sido difícil encontrar un balance entre el estudio/trabajo y otras cosas importantes en mi vida. A veces uno puede caer en la tentación/presión de trabajar todo el tiempo y todos los días, pero es importante tener claras tus prioridades y dedicarle tiempo a todo lo demás que también es vital para tu salud mental: dormir lo suficiente, comer bien, hacer ejercicio, hobbies, compartir con las personas importantes en tu vida, etc. También está el síndrome del impostor y la sensación de que estás perdiendo dinero, pues con tus habilidades podrías ganar mucho más en un trabajo real, en vez de ser estudiante de doctorado. Por eso es importante que te recuerdes por qué decidiste ir por este camino en un principio, y también entender y aceptar que no es para todo el mundo. Cuando empecé el doctorado me dije a mí mismo: bueno, voy a intentar esto, pero si no funciona no es el fin del mundo, igual hay otras mil cosas que puedo hacer con mi vida y ser feliz.

Por último, mi impresión es que recientemente se ven más estudiantes de doctorado tomando trabajos gubernamentales, organismos multilaterales o el sector privado después de graduarse. Pensar en que esas opciones también están disponibles en caso de que la academia no funcione me da más tranquilidad y paz mental.

No siento que haya cambiado radicalmente desde que entré al programa. Estoy próximo a terminar mi segundo año y creo que las expectativas que tenía respecto al programa se han cumplido. Siempre había tenido ganas de venir a UC San Diego desde que empecé a contemplar la opción de hacer un doctorado, y hasta ahora me he encontrado con que es un ambiente amigable. No sabía qué esperar respecto al ambiente, pero afortunadamente he conocido estudiantes que se han vuelto mis amigos y que me han acompañado durante esta experiencia y los momentos más difíciles (qualifiers, presentaciones, etc.) y profesores que en general son generosos con su tiempo, están dispuestos a escuchar mis ideas de investigación, se preocupan por mi bienestar, y me motivan a seguir adelante trabajando. En este sentido, aunque aún tengo inseguridades y miedos, contar con esta red de apoyo me ha ayudado a convencerme más a mí mismo de que tengo lo necesario para ser exitoso en este camino, y ha hecho la experiencia en sí más agradable y llevadera.

He tenido varios mentores a lo largo de mi carrera. Estos han sido los profesores e investigadores para los que trabajé durante mi tiempo en el pregrado, la maestría, y cuando salí de Colombia. Todos me han ayudado a desarrollar las habilidades necesarias para desempeñarme como investigador, y también me dieron insumos para pensar si quería seguir el camino del doctorado o no. Mis primeros intereses de investigación los heredé de las profesoras con las que trabajé durante los últimos años del pregrado y durante la maestría: Ana María Díaz y Luz Magdalena Salas. Durante el período que trabaje con ellas, me puse a pensar que sería feliz estando en sus zapatos: una vida con balance personal-laboral, proyectos de investigación relevantes para políticas públicas, temas de investigación que genuinamente me interesan y apasionan. Entonces me di cuenta de que si la academia me podía ofrecer esta posibilidad, es algo que podía imaginarme haciendo a futuro.

Que probablemente no vas a ser la única persona en tu cohorte a la que le cueste algo, y que no hay que ser bueno en todo para que te vaya bien. La academia ha estado convirtiéndose en un trabajo de equipo con el pasar del tiempo, entonces no hay que estresarse mucho si uno es muy bueno en algo pero le cuestan otras cosas. Como en una empresa, cada miembro del equipo tiene una especialidad y cuando se trabaja en equipo se puede hacer división de las labores, de manera que cada persona pueda trabajar en lo que se siente relativamente más cómoda/fuerte, al menos en un escenario ideal.

Me gustaría trabajar en un organismo multilateral, como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, o incluso en el sector privado, en una empresa que tenga un área de investigación y/o haga consultoría para alguna entidad gubernamental. También me gustaría ocupar algún cargo técnico en el sector público.

Este es un problema muy amplio y con muchos matices, que se puede abordar desde distintas perspectivas e iniciativas. Desde un punto de vista político, una opción es garantizar que las minorías tengan una representación, al menos mínima, en los congresos y cámaras de representantes, para ayudar a visibilizar sus problemas y hacerlos parte de las discusiones legislativas. Fuera del gobierno, hay varias organizaciones no gubernamentales que se enfocan en proveer bienes y servicios para minorías. Conseguir financiamiento público y privado para estas organizaciones podría ayudarlas a diseñar y probar programas e intervenciones que contribuyan al mejoramiento de las condiciones de estos grupos, lo cual puede ayudar a disminuir las brechas socioeconómicas con grupos mayoritarios y élites en la población, que históricamente han tenido más acceso a recursos y oportunidades. También pienso en programas específicos, como “Ser Pilo Paga” (en Colombia) que ayudan a jóvenes a conseguir a acceder a educación superior de calidad. Esta clase de políticas pueden tener efectos positivos no solo sobre los beneficiarios en el presente, sino también sobre las próximas generaciones, pues contribuyen a acelerar la movilidad social y disminuir la desigualdad.

La mayoría de los programas de doctorado ofrecen un estipendio o financiamiento a sus estudiantes. Este varía dependiendo de si la universidad es pública o privada, y también cambia con la ubicación (Europa vs. Estados Unidos, y entre diferentes estados de EEUU). Esto quiere decir que los recursos están más o menos garantizados una vez entres al doctorado. Otras opciones son buscar qué becas y financiamiento hay disponibles en tu país. En Colombia, por ejemplo, es posible aplicar a becas de organizaciones como Colfuturo, Fulbright, las cuales ofrecen financiamiento para realizar estudios en el exterior. En el caso particular del doctorado en economía, el Banco de la República de Colombia también tiene un programa de becas que financia a los estudiantes durante sus estudios doctorales. Yo afortunadamente tengo financiamiento por medio de UC San Diego, y recibo mi estipendio porque trabajo como Teaching Assistant en la universidad cada trimestre.

Adicionalmente, algo que me sirvió para ahorrar antes del doctorado fue hacer 3 años de “pre-doc”. Estas posiciones suelen pagar salarios más altos que los estipendios que reciben los estudiantes de doctorado, por lo que pueden ayudar a ahorrar un dinero que puede servir después en caso una emergencia, o para hacer alguna inversión.

Finalmente, hay organizaciones como GAIN (Graduate Applications International Network, para estudiantes africanos) que le ofrecen mentoría y recursos a estudiantes para aplicar al doctorado, e incluso pagan cierto número de aplicaciones y financian el costo de los exámenes, como el GRE y el TOEFL. No sé si exista alguna organización así para estudiantes latinoamericanos, pero puede haber información valiosa en las otras historias de mentores entrevistados por EconThaki. También, varias universidades, en el formulario de aplicación al programa de posgrado, ofrecen una exención del costo de enviar la aplicación (que puede ser entre 60 USD y 140 USD) para miembros de ciertas minorías, o participantes de programas diseñados por estas organizaciones, entonces también hay que estar pendiente de esto.

–

• Correo electrónico: jhernandezleal@ucsd.edu
• Twitter: @jtothedhdezl
• LinkedIn: Juan David Hernández Leal

Para cualquier comentario o sugerencia sobre esta sección de EconThaki, nos puedes escribir al correo: contacto@econthaki.org